Existen diferentes sonidos de alarma: la del despertador, para asegurar la casa, la de un terremoto o la de un carro en reversa, pero a la que siempre respondió “Blue” antes de los 45 segundos, que es el tiempo máximo en el que se debe poner su equipo estructural de 22 kilos, es a la que suena en la Dirección de Bomberos de Tijuana (DBT).
Luis Gabriel García Barrón, Jefe de Capacitación y Adiestramiento de la DBT, conocido como “Blue”, ingresó a Bomberos como voluntario cuando cumplió 18 años y hoy, a sus 44, con orgullo presume que es el mejor trabajo del mundo. Y aunque en siete años se puede jubilar, aportará sus conocimientos como lo hacen los capitanes en Estados Unidos que se dedican a enseñar lo aprendido.
El capitán tiene a su familia en casa, a sus dos niñas que adora, Regina y Romina, quienes le bajaron “las revoluciones” con respecto a exponerse al peligro; pero en la oficina tiene a su familia laboral que siempre lo acompaña: Magui, Giovanni, el señor Moreno, Érika, el jefe Neri y el capitán Guerrero, además de sus perros de búsqueda Max, Montecito y Jazz quien falleció.
Recuerda que Junto a Jazz hizo un gran equipo en las zonas de derrumbe, y comenta que en alguna ocasión encontró el cuerpo de uno de sus compañeros bomberos, quien murió debido al colapso de un techo en llamas y cómo Jazz lo consoló al verlo llorar. Por otro lado, Max, ya jubilado, lo acompañó en la búsqueda y rescate de personas en el temblor ocurrido en la Ciudad de México en 2017.
Gracias a ellos y a la Fundación que los sostiene, ha logrado viajar para obtener certificaciones en Orlando, Sacramento, Los Ángeles, Nueva York, entre otros, para ser adiestrador canino, uno de sus tantos escaños. Actualmente, Luis Gabriel forma parte del grupo de Fuerza de Tarea de Baja California, el tercero más importante en el país después de CDMX y Jalisco.
“Yo quería acción, mi primera salida en la bombera fue a los tres meses para cargar diesel, me sentí soñado y, como en todo, cuando finalicé mi curso como paramédico, mientras sentía orgullo por lograrlo, al mismo tiempo sentí profunda tristeza porque uno de mis compañeros había muerto”.
Entre sus misiones recordó una competencia de bomberos en la que dirigió a 19 equipos de toda la República en 2000, fue sobre un rescate extremo durante tres días en la Sierra y ganaron el primer lugar. Además, tiene la mejor calificación a nivel nacional otorgada por el Consejo Nacional de Normalización y Certificación de Competencias Laborales (Conocer).
Su curiosidad y sus ganas de crecer lo hacían voltear hacia las unidades de rescate y, para formar parte de ellas, inició sus estudios de paramédico de la Cruz Roja; así que, con esa pasión que lo caracteriza, comenzó una rutina de 24 horas de trabajo en la Dirección de Bomberos, un baño en casa, seguido de un turno de 48 horas en la Unidad de Rescate.
Además, se capacitó como salvavidas, capitán de bomberos y buzo, aprendizaje que le ayudó a ingresar en las presas Abelardo L. Rodríguez y El Carrizal, lo cual es sumamente difícil por la falta de visibilidad debida al fango y las ramas. Ahí, para controlar el estrés, cantaba.
En el área de práctica, ubicada al lado de la Estación 13 de Bomberos, antes de la pandemia por Covid-19, llegaron a tener hasta 500 niños de preescolar y primaria, que disfrutaban, aprendían y conocían parte del trabajo que hacen los héroes sin capa, como García Barrón.
Contar con un espacio como el que actualmente tienen en el Fraccionamiento El Refugio, en el que se capacita a los voluntarios, no ha sido fácil, pero aún existen personas que realizan donaciones para acondicionar el lugar. Actualmente Luis Gabriel coordina la Academia, donde cuentan con un grupo de 54 voluntarios, la séptima generación, y que, en muchos de los casos, no van por la paga, sino por amor a la actividad. Algunos son profesionistas y solo quieren capacitarse para ayudar.
Los aprendices utilizan trajes estructurales de 22 kilos con un calor de 40 grados de temperatura, entran al “Laberinto de confianza”, hay humo denso, prenden fuego en vagones con temperaturas elevadísimas o se avientan a las albercas con todo y equipo. Es ahí cuando muchos de ellos no llegan a la meta.
Luis Gabriel nunca olvidará cuando él y tres de sus compañeros pensaron que “no la librarían” al caer del techo de un edificio y quedar atrapados entre el fuego. Aunque ha vivido experiencias fuertes, no tiene ninguna cicatriz.
“Alguien dijo, si tienes algún problema, marca el 066 y vendrá un camión grande con gente buena que te va a ayudar. Somos nosotros, los bomberos”, finalizó Blue.